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SANGÜESA Y MERINDAD

El tesoro oculto de Rocaforte

Descubiertas en su iglesia unas pinturas murales románicas que son las más antiguas que se conocen ‘in situ’ en Navarra

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El tesoro oculto de Rocaforte
  • ASER VIDONDO. ROCAFORTE
Actualizado el 22/01/2016 a las 06:00
"Esto es una joya". Emocionada todavía por el hallazgo, que llegó casi por casualidad unos meses atrás, la técnico superior restauradora de la Institución Príncipe de Viana Alicia Ancho Villanueva daba este lunes los últimos retoques a las labores de consolidación de la que es ya una parte clave del patrimonio navarro recuperado. Bien abrigada para protegerse de los rigores invernales, y en una zona oculta al público de la iglesia de Santa María de la Asunción de Rocaforte (concejo de Sangüesa), ha venido trabajando en sacar a la luz las que son las pinturas murales románicas ‘in situ’, conservadas en su lugar original, más antiguas que se conocen en Navarra.

“Además de su importancia por ese hecho, se da la casualidad de que son muy buenas técnicamente, con mucho detalle y muy bien trazadas, con sombreados y líneas negras finas y gruesas”, destaca Ancho.

Las pinturas, que sólo se conservan de forma parcial, se ubican principalmente en lo que era el ábside central original de la iglesia románica del siglo XI, y todo apunta según los primeros análisis a que datarían del primer cuarto del XII. Este templo se reformó a mediados del siglo XVI, y esta zona de ábside semicircular con las pinturas quedó oculta a los fieles detrás del testero o muro recto que pasó a cerrar la zona del altar. Alberga un depósito de gasoil, una caldera de calefacción y las escaleras metálicas por las que se accede a la torre.

En la citada reforma, la iglesia fue retranqueada hacia el lado norte para salvar la ladera sobre la que se ubica, y se perdió así el ábside lateral sur. Por su parte, el ábside lateral norte se integró en la sacristía. El ábside central que sí se conserva, del que se desmontó su cúpula superior en la obra, sostiene hoy la torre que corona la cabecera del templo.

“Nos dieron la pista de que aquí podía haber algo interesante detrás de cal, mortero y baldosas pintadas. El Catálogo Monumental de Navarra recogía que había unas pinturas góticas, pero nada más. Al final eran románicas y ciertamente muy buenas”, dice la técnico de Príncipe de Viana.
Apóstoles y santos
Así, y desde abril, esta institución dependiente del Gobierno, de la mano de la empresa Cyrpa, ha trabajado para sacar a la luz las pinturas para consolidarlas y catalogarlas.

“Pensamos que en este ábside se representaba al apostolado. Tenemos a dos de ellos, y los pies de otros dos, descalzos. Y también aparecerían los cuatro padres de la iglesia, pues junto a otra figura sale la inscripción ‘AMBRO’ que parece una referencia a San Ambrosio”, dice.

Esto se puede apreciar en la zona de mayor y mejor superficie conservada, en la margen derecha, junto a la escalera que sube a la torre. Luego hay distintos fragmentos de pintura por todo el ábside, y también se han encontrado otros muchos dispersos en el piso superior que pertenecerían a la piedra de la bóveda del propio ábside que se desmontó y se reutilizó para construir la torre.

“Se ven trozos de túnicas, de pies... Sorprende cómo la pintura, que tiene casi 1.000 años, ha podido seguir tan bien agarrada, incluso después de las obras y de quitarse y ponerse piedras, seguro además que sin demasiadas contemplaciones. Estaban muy bien hechas, al falso fresco. Con el enlucido aún tierno, se pintaban los colores con agua de cal, y luego todo se endurecía y calcificaba”, explica.

Tras esta primera fase de intervención, que se acompañará de un estudio histórico artístico de Carlos J. Martínez Álava, se prevé una segunda para mover el depósito y la caldera a otra parte, y cambiar la escalera a la torre por una de caracol, para “recuperar este espacio románico, incluso cerrándolo para recrear una bóveda”, aventura Alicia Ancho.
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